Dos años sin Agustina: “El asesino de mi hija me dio esa noticia”

Se cumplen dos años del feroz ataque contra Agustina Fernández. Cuando la encontraron, tendida en el piso del departamento de la calle Confluencia, convulsionaba sobre un charco de sangre. Tres días más tarde, ocurrió lo inevitable: la adolescente murió y sus familiares se dieron a la dolorosa tarea de cumplir con los últimos deseos. Firmar los papeles para la donación de órganos. Ver el tema del traslado de los restos hasta Santa Rosa. Emprender el regreso a un hogar al que siempre la faltaría uno de sus integrantes.

Después vino el arresto de Pablo Demián Parra, el supuesto amigo con pretensiones, el juicio, la condena a perpetua. ¿Repara la justicia? Un poco. Saber que el asesino pagará su culpa alivia la angustia, pero no la resuelve. “Un día como hoy, hace dos años atrás recibía la noticia más dolorosa de mi vida. El asesino de mi hija sería quien me daria esa noticia”, escribió Silvana Cappello en su facebook.

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Y agregó: “hoy, como hace dos años, como cada día, me siento en la punta de mi cama y me digo: ¿otro día? Y; sí pesan los hombros, la espalda, la lucha... ¿lucha para que? Si nos siguen matando”.

A pura emoción, con el corazón en la mano, la mamá de Agustina se animó a confesar lo que pasa por la intimidad de su corazón: “hoy no me pude parar; hoy no me quise bañar; hoy no puedo ni con mi alma. Hoy la guerrera bajó la espada, el corazón duele como jamás me imaginé, hoy el dolor del parto no tiene ni comparación con la explosión de huesos que hay adentro mío. ¿Son huesos o emociones? Ya no, sé pero quema”.

“Si hay alguien que no merecía tanto daño, eras vos mi niña. Hoy mamá no puede más. Perdón”, fueron las dolorosas palabras de Silvana Cappello.

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Durante estos casi dos años, la angustiada mamá sacó fuerzas de quién sabe dónde para reclamar, para exigir que la justicia se moviera; para lograr que se atrapara a un culpable; para remarla hasta el arresto, el juicio y la condena de Parra. Hoy, esa mujer se puede dar el “lujo” de “bajar la espada” y sentir por un momento que nada tiene sentido. Pero también que sí todo tiene sentido. Agustina seguirá viviendo en la memoria colectiva de las y los cipoleños, como un hecho trágico, como una deuda en la que debemos trabajar como sociedad.

Para su mamá, en este momento solo se le agigante el dolor de la ausencia.